Espero que estén pasando unos felices días de verano -y a mi amiga Pilar que está en Argentina, felices días de invierno-. Esta semana como les comentaba en el post anterior he querido hacer una recopilación de platos usando un mismo ingrediente para preparar recetas frescas, de temporada,  prácticas, sencillas y refrescantes, asi que hoy les invito a preparar una simple pero deliciosa Ensalada y Vinagreta de Melocotón, ideales para días de verano.

Empezamos por tener a mano melocotones frescos, ya que será el principal ingrediente tanto de la ensalada como de la vinagreta. Ambas cosas se pueden preparar por separado -no necesariamente juntos- y a pesar de que te pueda parecer que será demasiado empalagosa, está increíblemente buena!.

La textura de la vinagreta se puede dejar más espesa o más líquida según gustos, yo la he dejado un poco espesa para acompañar también con alguna carne. Y definitivamente es una excelente opción para tener a mano y ayudarnos entre semana. Una buena vinagreta casera siempre hace que cualquier plato por simple o sencillo que sea, cobre otra vida. Una ensalada, un pescado, una carne a la plancha por sí sola es un simple carne a la plancha -que ojo no digo  que esté mal- pero si le das ese toque que muestre algo más de dedicación y cariño te habras ganado el cielo.

 Para hacer la vinagreta de melocotón, pelamos y cortamos el melocotón en trozos, lo colocamos con los demás ingredientes y trituramos todos juntos. Listo, ya lo tienes! Así de facil y asi de bueno.

Para la ensalada he cortado otro melocotón en gajos, le he agregado un poco de zumo de limón y lo he tenido en la plancha durante aproximadamente 5 minutos de cada lado a fuego medio, esto le dará una textura más suave.

Espero que disfrutes esta receta tanto como yo. Hoy me despido con un fragmento de un libro que leí hace ya muchos años y que seguro has oído hablar algo de él.

¨Terminaron por conocerse tanto, que antes de los treinta años de casados eran como un mismo ser dividido, y se sentían incómodos por la frecuencia con la que se adivinaban el pensamiento sin proponérselo, o por el accidente ridículo de que el uno se anticipara en público a lo que el otro iba a decir.
Habían sorteado juntos las incomprensiones cotidianas, los odios instantáneos, las porquerías reciprocas y los fabulosos relámpagos de gloria de la complicidad conyugal.
Fue la época en que se amaron mejor, sin prisa y sin excesos, y ambos fueron más conscientes y agradecidos de sus victorias inverosímiles contra la adversidad.
La vida había de depararles todavía otras pruebas mortales, por supuesto, pero ya no importaba: estaban en la otra orilla¨.

¨El amor en los tiempos de Cólera¨. Gabriel García Marquez